miércoles, 29 de octubre de 2008

Obama descarta ser el presidente de la izquierda


A una semana de la votación que puede llevarle a la Casa Blanca, Barack Obama ha retomado el mensaje integrador y pos-ideológico que le permitió revolucionar el panorama político estadounidense hace ya casi un año. Frente a las acusaciones de su rival de que el país puede encontrarse con el presidente más izquierdista de la historia, el candidato demócrata intenta ganar las elecciones con la promesa de que buscará la reconciliación de las dos Américas amargamente enfrentadas en los últimos años.
Los demócratas temen que el exceso de confianza desmovilice votos
En sus argumentos finales, el lunes en Ohio, hoy en Pensilvania, mañana en Florida, siempre ante decenas de miles de seguidores, Obama, sin duda convencido de que su victoria está al alcance de la mano, ha dedicado más tiempo a definir el perfil de su posible presidencia que a responder a los asuntos de la campaña.
"En una semana podemos poner punto final a las políticas que no han dudado al dividir una nación para ganar elecciones, que han tratado de enfrentar a una región con otra, a las ciudades con los pueblos, a los republicanos con los demócratas; punto final a las políticas que nos ofrecían miedo cuando necesitábamos esperanzas. En una semana, en este momento decisivo de nuestra historia, podemos darle a este país el cambio que necesita", afirma.
Se trata de la versión más cautivadora de Obama, del excepcional político que, contra el pronóstico de todos, esparció una semilla regeneradora por todo el país y está a punto de recoger los frutos de su trabajo, tan sorprendente como meticuloso.
Frente a él, John McCain quema su última munición con una creciente sensación de impotencia, rodeado de colaboradores y compañeros de partido que piensan ya más en salvar su propia cabeza. "Sé que es agradable escuchar la retórica del senador Obama, pero fijémonos en los hechos", advirtió ayer McCain. "Hay una diferencia fundamental entre Obama y yo. Ambos estamos en desacuerdo con la política económica del presidente George Bush, pero la diferencia es que él cree que los impuestos han sido demasiado bajos y yo creo que el gasto ha sido demasiado alto".
Las encuestas -ayer, un 8% de ventaja para Obama en la media que realiza la cadena de CNN, una ventaja que nunca nadie ha podido superar a estas alturas de la carrera- prueban que esos argumentos están agotados: ni McCain consigue que los electores lo diferencien de Bush, ni el tradicional debate sobre los impuestos es determinante ante una crisis económica como la que sufre el país.
Los ciudadanos han dejado clara su voluntad de cambio y Obama se ha impuesto como el agente de ese cambio. Hay, no obstante, una constante llamada a la prudencia de parte de los demócratas. "Menos gritos y más votos", decía ayer Obama en un mitin.
Los estrategas del Partido Demócrata temen que el exceso de confianza desmotive a algunos votantes, especialmente jóvenes, y complique la victoria en algunos Estados clave en los que todavía hay margen suficiente para una sorpresa, especialmente en Florida y Ohio. Si McCain consiguiese ambos Estados, la noche electoral del 4 de noviembre podría ser más larga de lo que ahora anticipan los pronósticos.
Visto en elpais.com

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